Sigue a los autores en Twitter: @danpulido y @IrenePortabales
Estación de Metro de Madrid esponsorizadaMuchos de los sistemas de metro del mundo no consiguen cubrir sus costos de operación con los ingresos tarifarios, mucho menos sus costos de capital. Una comparativa internacional llevada a cabo por las asociaciones de metros CoMET y Nova indica que, en promedio, los ingresos tarifarios de un sistema de metro cubren el 75% de sus costes de operación, mientras que los ingresos comerciales cubren aproximadamente un 15%, lo que supone un déficit del 10%. De igual modo, hemos hecho un cálculo de “números gordos” basado en los estados financieros de diversas empresas de metro de América Latina, corroborando que en promedio éstas presentaron un déficit en operación del 10% en el 2012, el cual asciende al 30% si se incluyen los costes de capital. Por supuesto existen ejemplos de metros que sí cubren sus gastos operacionales como son Santiago de Chile o Hong-Kong, pero otros como México DF necesitan subvención de la mitad de sus gastos de operación. Esta brecha de fondeo es un gran impedimento para mantener la calidad de los servicios y para ampliarlos para poder responder adecuadamente a las crecientes necesidades de desplazamiento.
Lamentablemente, el desfinanciamiento de los sistemas de transporte urbano es un problema generalizado, difícil de remediar con presupuestos públicos sobrecargados y/o soluciones inmediatas que aunque efectivas en teoría son difíciles de implementar en la práctica: el aumento de tarifas, por ejemplo, es una medida políticamente difícil y además genera mayor presión sobre los pobres, quienes más usan el transporte público; cobrar una tarifa que realmente cubra los costes socioeconómicos del uso del vehículo particular (tales como cargos por congestión) como instrumento de financiación del transporte público es también una medida impopular y difícil de implementar.
Dada esta situación, los operadores de transporte están continuamente buscando nuevas formas de recaudar fuentes adicionales de ingresos y así disminuir el déficit de financiación, en muchos casos a través de asociaciones con el sector privado. A pesar de que muchos de los ejemplos se concentran en países desarrollados, algunos metros en América Latina y en otras regiones en vías de desarrollo están buscando aumentar sus ingresos no tarifarios:
Estación de Metro de Madrid esponsorizada
Lamentablemente, el desfinanciamiento de los sistemas de transporte urbano es un problema generalizado, difícil de remediar con presupuestos públicos sobrecargados y/o soluciones inmediatas que aunque efectivas en teoría son difíciles de implementar en la práctica: el aumento de tarifas, por ejemplo, es una medida políticamente difícil y además genera mayor presión sobre los pobres, quienes más usan el transporte público; cobrar una tarifa que realmente cubra los costes socioeconómicos del uso del vehículo particular (tales como cargos por congestión) como instrumento de financiación del transporte público es también una medida impopular y difícil de implementar.
Dada esta situación, los operadores de transporte están continuamente buscando nuevas formas de recaudar fuentes adicionales de ingresos y así disminuir el déficit de financiación, en muchos casos a través de asociaciones con el sector privado. A pesar de que muchos de los ejemplos se concentran en países desarrollados, algunos metros en América Latina y en otras regiones en vías de desarrollo están buscando aumentar sus ingresos no tarifarios: